27/4/20

Histœrias diarias de cuarentena (37/40): Toda la vida


Puedo hacer lo que quiera. Es decir, más o menos. Pero básicamente sí, lo que quiera. Es mi privilegio. Tengo el derecho a equivocarme. Eso me han dicho, ahora estás en una edad en la que tienes derecho a equivocarte. Ellos mismo me lo han dicho. Y vaya si me voy a equivocar.

Vaya si me voy a equivocar. Otros niños... ellos no se equivocan. Ellos procuran no hacerlo. No entiendo por qué. Sucumben en seguida al juego adulto de que hay que hacerlo todo bien y seguir un camino recto. Pero olvidan que nosotros no somos como ellos, nosotros no somos adultos. Todo niño que se comporte así deja, inmediatamente, de ser un niño.

Yo no soy un adulto. Yo no tengo que seguir ningún camino recto. Yo tengo toda la vida por delante. Estoy a eones de alcanzar la edad que tienen ellos ahora. Y ellos también dicen que aún tienen mucha vida por delante. Me puedo equivocar. Vaya si me voy a equivocar. Van a ver. Van a ver. Si errar es humano, van a ver. Voy a ser más humano que todos ellos juntos.

Además ellos tienen responsabilidades. Descubro que ser adulto es eso, tener responsabilidades. Ahora están convirtiendo en adulto a mi hermano Dani. Le dicen "no, no puedes hacer lo que quieras, ahora eres adulto y tienes responsabilidades". Pobre Dani. Creo que él se siente orgulloso de ello. Orgulloso de sus responsabilidades.

Me da pena Dani. Primero me mira un poco altanero, por encima del hombro, porque él tiene responsabilidades y yo no. Eso le hace sentirse más como los mayores. Pero luego le veo irse con la cabeza gacha a hacer sus tareas. No entiendo qué fijación tienen Dani y otros niños en ser como los mayores. Cuando se lo pregunto él me dice que soy muy inmadura para entenderlo. Me da que eso significa que en realidad él mismo no tiene respuesta.

Son ellos mismos quienes me lo han dicho. Los propios adultos. Que tengo derecho a equivocarme. Es como tener carta blanca. No es que necesite tener carta blanca. Haría lo que tengo que hacer aunque no me la hubiesen dado. De hecho, hasta da un poco de rabia que me hayan dado carta blanca, porque estas cosas es mejor hacerlas sin necesitar permiso de los demás. Pero eso no va a arruinar mis planes. ¿Cómo va a arruinar eso mis planes?

Yo tengo toda la vida por delante. Tengo permiso implícito de los adultos. De eso hay que aprovecharse. Y sobre todo, tengo mis manos, tengo mi tirachinas, tengo la navaja suiza que me regalaron. Tengo mi honestidad. Tengo mis cómplices. Tengo una imaginación devastadora. Y tengo un cartucho infinito de primeras veces que vaciar. Vaya si me voy a equivocar.

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