23/4/20

Histœrias diarias de cuarentena (35/40): El hambre


Siempre tengo hambre.
Calo en seguida a las personas que abusan de una misma especia en todas sus comidas, de forma que todas ellas saben exactamente igual. Me dan asco.
He visitado todas las cadenas de comida rápida que existen.
El azúcar en los alimentos procesados mata. No lo digo por salud; no podría importarme menos el problema de la obesidad infantil. Pero es un falso potenciador de sabor que mata los aromas reales del alimento.
He visitado tantos restaurantes convencionales como he podido.
A pesar de esto, no se engañen: odio a los sibaritas.
Para mí, el principal atributo de una comida es siempre la cantidad.
De niño solía lamer las manos o las muñecas de la gente. Me interesaba conocer su sabor intrínseco, distinto para cada persona. Sabía que era algo que no debía hacer, pero pasó mucho tiempo hasta que fui capaz de parar.
He probado miles de cosas que no se consideran comestibles, sólo por la necesidad de satisfacer mi curiosidad.
El olfato es una forma espúrea del gusto, pero tiene la ventaja de la distancia.
No considero que existan sabores desagradables, simplemente, categorías en el gusto.
Siempre tengo hambre.
He trabajado en decenas de restaurantes distintos, alguno de ellos bastante lujoso. No considero que en ninguno de ellos cocinasen bien. En todos procuré atiborrarme.
Igual que todas las personas tienen su olor característico, también tienen su sabor.
Quisiera probar todas y cada una de las infinitas combinaciones de aromas que existen en el mundo. Sé que es una tarea irrealizable, pero me afano en ello.
Todas las culturas existentes tienen un umbral terriblemente alto en cuanto a lo que consideran comestible y lo que no.
No me gusta engullir. No tengo prisa. Podría — y prefiero — pasarme todo el día comiendo.
Siempre tengo hambre.
El sabor característico de una persona podría utilizarse como método de identificación personal, tan fiable como el iris o la huella dactilar.
Por mi parte, creo que si algo puede ser digerido por el estómago humano, es digno de ser comido. Ciertas cosas no digeribles, pero sí ingeribles también lo son.
Aspiro a encontrar el sabor de los intangibles. La belleza, el odio, la patria, la saciedad.
Aborrezco a la mayoría de las personas y sus hábitos alimenticios. Les da igual tener boca o culo.
Masticar, tragar, digerir, rumiar, deglutir, embuchar, manducar,  mascar, zampar, tascar, devorar, desmenuzar, ingerir, consumir.
El hambre agudiza el ingenio. Siempre tengo hambre.
He viajado por muchos países, recorriendo sus gastronomías. Necesito probarlo todo. Busco eternamente un sabor que soy aparentemente incapaz de encontrar.
Quién llama trozo de carne a una persona. La mayoría no sirven ni para eso.
Cuando me propongo comer algo, sea lo que sea, hago todo lo que sea necesario para conseguirlo.
 

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