20/3/20

Histœrias diarias de cuarentena (9/40): Su ombligo


La mayor tontería para el mundo es, sin ninguna duda, su ombligo. Ese que tiene tan escondido. Ese que han buscado durante años geógrafos, cartógrafos, cazarrecompensas y anatomistas de todo el planeta. Al mundo, su ombligo no le importa demasiado. Menos que eso, le parece una tontería. El mundo piensa que puede estar — y está — muy orgulloso de su corteza azul, de sus continentes llenos de vida, de sus polos diamantinos, de su aurora boreal, de su núcleo de hierro y níquel... pero su ombligo, ese del que tanto se habla en salones académicos, su ombligo es una tontería para él. Al fin y al cabo, ¿quién no tiene ombligo? y el suyo no es ni más, ni menos que cualquier otro. Piensa mucho en la tontería que es tener ombligo. Todos tenemos ombligo, después de todo, todos hemos nacido de alguien. Buenos ombligos, ¿cómo está ombligo? Ah, ombligo, ombligo. No me ombligues, que te ombligo. Y qué sonoridad más extraña tiene la palabra. Ombligo, obligo, omBligo, oMBLigo, oMBiLiGo. Como hacer círculos con la mandíbula y la lengua. La tontería de su ombligo es algo en lo que el mundo piensa muy a menudo. Medita mucho sobre lo superfluo que es tener un ombligo, y sobre lo inútil que es pensar sobre ombligos, y más sobre el suyo. Pensar sobre ombligos, a quién se le ocurriría. "Los ombligos, qué tontería", es la primera frase que se dice cada mañana al despertarse. "Los ombligos, qué tontería". Así empieza mejor el día.


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