25/3/20

Histœrias diarias de cuarentena (14/40): Merienda



Parque público. En frente, unos edificios del gobierno. Entra JULIO. Lleva una maleta que transporta con mucho cuidado. La deja en el suelo y la abre. Saca de ella una esterilla de bambú y la desdobla. Sus movimientos son cuidadosos y lentos, no le importa dilatarse en el tiempo. Saca dos tazas de té y las coloca a la derecha de la esterilla. Se preocupa mucho de que todo quede simétrico. Saca un termo y lo coloca a la izquierda de la esterilla. Mira a su alrededor para comprobar que nadie le observa. Saca una katana pequeña y la coloca al frente de la esterilla. Mira la hora y a su alrededor. Saca una katana grande y la coloca a un metro por detrás de la pequeña. Será la que use su compañero para cortarle la cabeza y evitarle más sufrimiento cuando e´termine su ceremonia del harakiri. Mira de nuevo la hora, y busca a su alrededor. Cierra la maleta, la pone de pie y se sienta sobre ella. Mira alternativamente al suelo, a su reloj y a los edificios gubernamentales de enfrente. Detiene la acción para servir un poco de té del termo en ambas tazas. Después, vuelve a su espera. Se levanta y comienza a caminar en círculos alrededor de sus cosas. Se detiene. Echa una última mirada a su alrededor. Se sienta sobre la esterilla de bambú. Vuelve a colocar la maleta en horizontal. Con resignación, saca una bolsa de ella. Saca de la bolsa dos rebanadas de pan y una tarrina de mantequilla. Desenvaina la katana pequeña, y la usa para untar mantequilla en las rebanadas de pan. Come pan y bebe té. La katana quedará sin envainar en el suelo, se pierde la simetría. Lo mismo ocurrirá con las tazas según beba de ellas, y la esterilla quedará arrugada. Todo el suelo lleno de migas de pan.


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