22/3/20

Histœrias diarias de cuarentena (11/40): Oculismo


Los ojos me ponen nervioso. Procuro no dar muestras de ello, pero termina siendo inevitable. La ansiedad no solo se manifiesta cuando veo uno; porque cuando no, sigo siendo consciente de que podría aparecerse en cualquier momento. O que se haya aparecido ya uno, en un lugar alrededor mío al que no estoy mirando en este momento. Lo que me provoca un constante estar a la defensiva.

En realidad no sabemos si son ojos. Los llamamos así porque su forma es relativamente redondeada, con una marca central, que podría recordar a un iris. También porque suponemos que su función podría ser la de algún tipo de observación o escucha, pero eso en realidad solo lo suponemos porque no se nos ocurren muchas más posibilidades. Es lo que nosotros haríamos, y lo que esperamos que hagan los demás también. Hasta donde sabemos, son absolutamente inofensivos, e incapaces de toda acción que no sea aparecer o desaparecer. También son absolutamente silenciosos. A veces los ves sobrevolando por el cielo. A veces se aparecen de repente en una pared. Siempre sin el menor ruido, te giras un momento y descubres que ha aparecido uno en la estantería, y está ahí, mirándonte, o supones que mirándote, desde hace no se sabe cuánto tiempo.

No a todo el mundo le pone nervioso. A algunos, incluso, les hace sentirse menos solos, como si fuese un acompañante paciente, que te mira y se preocupa por ti. Otros dicen que no sienten ningún tipo de inquietud, pero que se contagian del nerviosismo de los demás. Mucha gente coincide en que lo que más les preocupa es la posibilidad de encontrarse con un ojo en algún momento íntimo. Y es cierto que, desde que empezaron a aparecer los ojos, todos nos hemos vuelto más cuidadosos en los momentos en los que estamos solos. Poco a poco nos habituamos a actuar siempre como si alguien nos estuviese mirando. Quizá no haya nadie al otro lado de los ojos. Quizá si hay alguien, no comparta nuestro sentido de la vergüenza. Pero nunca creímos que llegaríamos a echar de menos algo tan básico como la intimidad.

Con todo, para mí, lo terrorífico de ellos es... que esa sensación que se produce cuando alguien te está observando , esa percepción, ese sexto sentido que tenemos todos, que se activa si una persona te mira fijamente durante un rato. Eso no lo provocan los ojos. Un ojo puede tirarse horas en tu nuca sin que sientas absolutamente nada. Y eso, esa falta de mirar, esa otredad hueca en algo que tan claramente te está observando, eso me pone terriblemente nervioso.


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