21/3/20

Histœrias diarias de cuarentena (10/40): Una roca, una roca radiante


(Interior de unos aseos de oficina)

MARCOS: Estoy listo. Cuando usted quiera puede pasarme chaqueta.
JUAN CARLOS: Toma. Dóblala por el centro. Que no quede ninguna arruga. La puedes colocar encima de una de las puertas de los váteres. No, la primera no. Esa es la que usa más gente y estará más sucia. Comprueba primero que no esté sucia la puerta.
MARCOS: No está sucia la puerta. Me cuido bien de eso.
JUAN CARLOS: Toma la camisa entonces.
MARCOS: Es una lástima que estos baños no tengan plancha. Podría aprovechar este rato que no tiene la camisa puesta...
JUAN CARLOS: ¿Cómo estoy?
MARCOS: Yo le veo bien.
JUAN CARLOS: Bien no es suficiente. Bien es poco. Bien no significa nada.
MARCOS: ¿Espléndido?
JUAN CARLOS. No trates de adularme. Esa no es tu función en este momento. No aquí. Este es el baño de hombres. Aquí nos comportamos como tales.
MARCOS: No sé que quieres que te diga.
JUAN CARLOS: Que estoy bien, sí, pero que hoy aquí no basta con estar bien. Tengo que estar radiante. Pásame el jabón.
MARCOS: He traído este. Y toallas limpias. ¿Está bien así el agua?
JUAN CARLOS: Fría. Sólo quiero agua fría. Eso te despierta, te endurece. Hoy no es el día de ser blandengue y dejarse amilanar. Si no esos cabrones te comen vivo. Hoy tengo que ser una roca. Una roca radiante. (Empieza a lavarse el pecho, las axilas, los brazos).
MARCOS: ¿Cuántos son?
JUAN CARLOS: No lo sé exactamente.
MARCOS: Eso significa que son muchos.
JUAN CARLOS: Más de quince. No creo que llegue a mi récord, pero estaré cerca. En realidad, no me importa cuántos sean.
MARCOS: Yo no sé si podría.
JUAN CARLOS: Podrás. O serás siempre el que esté abajo, mirando lo que hacemos los de arriba.
MARCOS: Quizá tenga yo también alguna motivación para subir... pero no sé si merece la pena. No sé si yo valdría como jefe.
JUAN CARLOS: Pégame un puñetazo en el estómago. Más fuerte. Más. No pongas esa cara de asco. ¿Lo ves? Estás reblandecido. Yo soy una roca y tú no.
MARCOS: No soy una roca.
JUAN CARLOS: Ve leyéndome los nombres de los expedientes.
MARCOS: María José Padrón. Antonio Durán. Joaquín Sánchez...
JUAN CARLOS: Esos son los cabrones contra los que hay que inmunizarse. Van a querer acabar conmigo. Tengo que ser más fuerte.
MARCOS: Sofía Requena. Sara Márquez...
JUAN CARLOS: Son ellos o yo. Cada vez que uno de esos nombres me despierta una emoción...
MARCOS: Tomás Albéniz.
JUAN CARLOS: Cada vez que me despiertan algo, me concentro más en ser una roca. Me endurezco más. Tengo que acabar con todos ellos.
MARCOS: Luis Sanchís.
JUAN CARLOS: Despedazarlos. No puedo pensar en si tienen familias. Si lo están pasando mal. O si este despido les jode la vida. No puedo pensar en esas cosas.
MARCOS: Ana de Lucas.
JUAN CARLOS: Tengo que ser una roca. Radiante. Incalcanzable. O si no será mi nombre el próximo en esa lista.
MARCOS: Francisco Molinero.
JUAN CARLOS: ¿Y quién diría mi nombre? ¿Uno de mis subordinados? ¿Alguien como tú? No. Mucha mierda he tragado yo, como para acabar siendo despedido por un blandengue como tú.


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