13/3/20

Histœrias diarias de cuarentena (2/40): La maleta azul


Está vacía. Llevo tanto tiempo con ella... Al principio del viaje estaba llena, claro. Pero todas las cosas que tenía en ella se fueron desgastando. Se fueron rompiendo. Mi maleta no. Mi maleta resiste. Sólo ha perdido el color. Pero funcionar, funciona perfectamente. Algunas cosas las fui reponiendo. Pero al final, las fui perdiendo todas. Sólo conservo la maleta. Antes era de color azul. Azul muy celeste. Si mi maleta volase, se habría podido confundir con el cielo. Pero ya no tiene color. Ahora es gris. Y no llevo nada en ella. Pero me ha servido de casa. De asiento. De ancla. Es lo único que tengo que he tenido siempre. Y está bien conservarla, por si llega algo nuevo. Una maleta es un espacio, una oportunidad para alojar lo nuevo. No quiero que llegue algo y no saber qué hacer con ello. Tener que desecharlo. También está bien poder decir de algo que es mío. Mío de pleno derecho. Aunque ya no sea azul, sino gris, me pertenece. No sólo soy, sino que además tengo. Gracias a ella soy propietario de algo, tengo esa dimensión. Mi maleta nunca ha sido verde, pero ha tenido algo de esperanza. Es lo único que tengo que he tenido siempre. Todo lo demás ha sido pasajero. Y ahora el pasajero soy yo. Por eso también la llevo conmigo. Porque un pasajero, ha de tener una maleta.

0 comentarios:

Publicar un comentario