10/4/17

Po wszechświata


Me arranco esta nueva piel que tanto me cambia la cara, el gesto, la postura erguida y desafiante como un gallo de pelea. Mis plumas verdes — yo tuve un primo que las abría con los dientes — cacareo de humo, convivo en el hielo con las voces de un pasado que no me pertenece. Pero yo no quiero que cuides de mí, nunca he querido que nadie cuidara de mí. Incluso.

Aun en la mayor oscuridad nos quedan las manos. Las manos crean las constelaciones: distintas, voraces. Las manos hilan los hilos blancos. Los hilos autoluminiscentes, Casiopea, Perseo, Pegaso. Después de hoy no habrá universo, solo manos, y manos, y mi piel de plumas de acero.
Ese decir adiós sin decirlo, sin ruido blanco ni negro, ni trámite de hasta luego, hasta cuándo, basta cuánto, desgasta y sumando. Los ángeles famosos nunca llegan por ese lugar, ese lugar se queda con los que nunca necesitas, y te devuelve silencio de bambú que rechina los párpados.

Después de hoy no habrá universo. Hasta entonces soy fuego y tierra, podría arrasar la habitación entera, el edificio entero, la ciudad entera. Mi poder es contener todo eso en una risa. Quién pudiera tener la dicha que tiene el gallo. Y es tu risa la que me atraviesa como agujas, tu risa delgada como pajaritos fritos, como violines estirándose indolentes en una noche densa de perfumes. Si se concentrase usted un poco menos en ese barrer con su risa arriba y abajo... Que solamente Edgar Alan Poe podría describir una risa como esa. Polly, come home again.

Todavía tenía esperanzas en ti.

Es una bola de bolos contra un cristal, Atlas desea fervientemente arrojar el mundo contra el suelo; que estalle en una nube de pastillas y granos de café. El whisky late con un corazón propio. Bombea pulsiones irrefrenables como martillos que cantan sobre yunques sonámbulos. Los golpes secos de un rito primario; madera sólida contra madera hueca, música de máscaras y pintura sobre el cuerpo. Una fusión inevitable y salvaje: sexo, impotencia y violencia. Una tela que se rasga, un gong en una cajita de música; así, así deberíamos haber empezado el día que viniste.

(Si cantara el gallo rojo, otro gallo cantaría).




2 comentarios:

  1. "tu risa delgada como pajaritos fritos"
    Me encanta
    Un saludo

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  2. Yo me quedo con 'sexo, impotencia y violencia', y con la paradoja y espontaneidad que rodea toda la entrada.

    Qué gusto leer.

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