3/9/15

Una guarida


En otra ocasión, por ejemplo, te quedas pensando en los refugiados que vienen a Europa. En cómo son tratados por parte de los gobernantes y de buena parte de la mal llamada "opinión pública". Cómo no se identifican más que como problemas; a veces como interesados; siempre más bajos que los animales. En cómo todo esto es un ejemplo más de que formas parte de un mundo absurdo y psicópata. Y sientes la misma fuerza devoradora de siempre, que crea una bola de alambre de espino en tus entrañas. Quieres pedir auxilio y te sientes como una mierda, por ser tú el siente que necesita auxilio cuando son ellos los únicos que lo necesitan. Y la bola crece y te rasga por dentro, sientes asco y vergüenza por ser parte del problema, por ser europeo, por ser humano, por no ver nada parecido a una solución en un futuro a medio plazo. Por no ser ni siquiera capaz de imaginarla. Y ojalá desaparecer. Ojalá salir corriendo hasta un punto donde eso no te toque, donde no tengas responsabilidad. Pero sabes que huir te tira del cable y te araña más. El alcohol afila sus puntas. Lo más sabio sería quedarse quieto y aguantar estoicamente, buscar alguna forma de ayudar, una propinilla que te limpie el alma: hoy en día todo puede comprarse con dinero.

Coges el móvil y empiezas a tirar de Whatsapp. Mandas mensajes a todas las chicas. "Hey", "Hola", "¿Qué haces?"... No discriminas. Solo buscas alivio temporal entre cualquier par de piernas que quieran abrirse contigo. Hay una respuesta positiva. Te sirves una copa y esperas.

Cuando abres la puerta, ya estás preparado. No te cuesta esfuerzo ocultar la bola de espino con una sonrisa, ni la sangre que resbala por la comisura de tus labios. Le ofreces tomar algo. Ella simplemente te planta un beso y te guía de la mano a tu habitación. Te preguntas si en ese momento ella es igual que tú, si están pasando las mismas cosas por su cabeza, si te ha elegido a ti precisamente por eso. Y tan rápido como llegan, los pensamientos se diluyen en el péndulo de sus caderas. La empujas contra la pared, os besáis y os desabrocháis mutuamente. Sin prisa destartalada, pero sin pausas ni vaciles. La arrojas a la cama, ella queda boca abajo y desordenada. Te espera en esa misma postura mirándote gatunamente por encima del hombro. Terminas de desnudarte y te acercas. Su piel sabe salada, como si sudase lágrimas.

Encuentras cierto alivio, una sensación reconfortante en su forma de buscarte, en su forma de retorcerse, en sus leves gemidos. Te sientes ligeramente trascendente cuando ella tiene un orgasmo, o al menos, dejas de sentirte completamente inútil. Su placer te resguarda del dolor, sus arañazos en tu espalda lo alejan de su epicentro. Casi te sientes en paz. Cuando bajas la lengua hacia sus piernas, te viene momentáneamente la imagen de un avestruz escondiendo su cabeza en un agujero.

Terminas derramándote sobre ella. Entre jadeos mutuos y cayendo sobre su piel húmeda y salina. Y entonces vuelves a sentirlo. El dolor como un inmenso vacío. La bola ha arrancado todo cuanto tenías dentro mientras estabas distraído. La chica se echa a un lado. Tu vacío empieza a llenarse de impotencia, de odio hacia ti mismo, de asco proyectado hacia fuera, de piromanía. Tan frívola tu forma de esconderte... Sales de la habitación, te sientes incapaz de estar con nadie. Vas al baño. Cuando vuelves ella se ha vestido. Te besa y dice que tiene prisa. Una vez más, no estás seguro de si ella y tú sois lo mismo; o si simplemente te ha visto, si ha mirado dentro de ti más allá de toda máscara y es lo que le ha hecho huir. No sabes si ella es tu espejo o un colchón de fakir. Te despides. Ella cierra la puerta. Te sientas en la cama. Querrías salir de ti mismo. Querrías prenderle fuego a tus contradicciones y arder con ellas, pero no te mueves. Mientras tanto, tres adolescentes son disparados por la espalda durante la guerra de Mali.



7 comentarios:

  1. Estas cosas que tienen el polvo de una sola noche (mientras piensas en las infinitas vidas que siguen transcurriendo a tu alrededor, sin parar tan sólo un segundo).

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  2. Es desolador. Tan desolador como la realidad. Tanto como la despiadada guerra. Desolador como mirar hacia otro lado mientras los cuerpos flotan.
    Impresionante texto. Para mover un poco por dentro todos los vacíos.
    Un abrazo.

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  4. DSesolador. Magnífico texto, para variar. Nos escondemos del dolor con otras búsquedas que nos hacen sentir aún peor.

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  5. Wow, me ha encantado! Yo soy la loca que te lleva al cuarto ^mientras se quita la ropa para echate a gritos de el, recuperarte en el marco de la puerta cuando te vas y volver a empujarte para que te vayas en cuanto pienso xDDD

    A mi esas cosas sólo me salen con gente muy concreta, pero entiendo el sentimiento.

    Te seguiré cerquita ^^

    Puta Intensidad

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  6. Como siempre, una auténtica magia.

    Cuídate.

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  7. Tan duro y desolador como maravilloso. Me encanta.

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