31/10/13

Mi nuevo proyecto

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Decidí dar carpetazo. De un día para otro acabé totalmente harto de hacer todas aquellas dietas, ejercicio y vida sana; de formarme, de mejorar el currículum, de leer los libros que había que leer, ver las películas que había que ver, saber las cosas que era obligatorio conocer, y, en definitiva, de tener un proyecto personal, un proyecto de mejora constante, de convertirme en una empresa de mí mismo.

En parte fue porque nunca llegué a conseguir los efectos prometidos, nadie se giraba en plena calle cuando yo pasaba para admirar mi físico, ni aplaudían ni me felicitaban cuando hablaba académicamente, o mencionaba como de pasada mis títulos y el trabajo que estaba a punto de conseguir, ni me llevaban a parte y me decían que era una persona especial. Nadie me otorgaba gratuitamente la atención y el reconocimiento que debió faltarme de niño y que al parecer también me faltaba de adulto.

Pero si dejé toda aquella parafernalia, fue sobre todo porque la descubrí francamente anodina. Se suponía que debía, pero no me hacía de ningún modo feliz. Creo además que a la mayoría de la gente tampoco se lo hace, pero claro, muchos de ellos llevan demasiado tiempo metidos en el ajo como para ahora plantearse la posibilidad de haber estado equivocados todo el tiempo. Otros tienen su vida demasiado ocupada como para plantearse la pregunta, y al fin y al cabo, la respuesta está por todas partes, a todas horas, en todos los anuncios y en la cara de todos los que les rodean: se supone que actuando de ese modo deben sentirse felices, por tanto, son felices; suponen. El resto, probablemente esperen que sea cuestión de tiempo y tesón el llegar a sentirse tan realizados como los que sí lo parecen; después de todo, tanta gente no puede equivocarse al mismo tiempo.

En cualquier caso, yo sí me cansé de las apariencias. Todo el sistema se basa en lo que proyectas, no en lo que eres. Si sales con alguien parece ser que estás enamorado. Si te quedas mirando embobado a alguien, aunque sólo sea porque su culo te llama más la atención que la media de culos que ves diariamente, estás secretamente enamorado. Si sonríes, es que estás contento; si estás serio, es que estás triste; si estás triste, debes sonreír y entonces estarás contento. Nos fijamos en el efecto, obviamos la causa e idolatramos la superficialidad.

Y al final, todo desemboca, por distintos ríos, en el mismo mar. Tienes la obligación de proyectar más luz, de ser mejor, de ser más sabio, de ser más fuerte, de ser más sano, de ser más listo. Más admirable, más fácil que los demás se fijen en ti, mejor ejemplo, que todo lo que hagas sirva para algo, piensa en tu futuro, si no, ¿para qué vives?

No voy a seguir con la pantomima. He decidido romper mi proyecto de mejora personal, mandarlo al traste, y sustituirlo por un proyecto de empeoramiento personal. Es mi revolución, mi protesta en contra de seguir siempre la corriente. Hay ocasiones en las que quedarse quieto es más productivo que dar palos de ciego.

He vuelto a empezar a fumar, al principio me costó un poco, pero ahora disfruto cuando me fumo tranquilamente mi mínimo de tres cigarrillos diarios; y no todo lo que fumo son cigarrillos. Me tomo algunas copas o varias cervezas casi diariamente; otras veces bebo hasta perder el sentido, y me acabo arrastrando sin dignidad alguna por mi casa, por la calle, o por la tarima de algún bar. He dejado de hacer ejercicio; sí, voy andando a muchos sitios y uso más las escaleras que el ascensor, pero nada que en realidad pueda presumirse delante de un espejo. No busco cursos a los que apuntarme, no hago en general nada que pueda alimentar un currículum. Paso muchas tardes tendido en mi cama o recostado en una silla sin hacer nada que pueda considerarse productivo, simplemente dándole vueltas a un montón de cosas. Si me da por escribir algo, al terminar lo releo y lo tiro a la basura. Me ha dado también por empezar a dibujar, y todos mis dibujos terminan en la misma basura que los escritos. Leo más, pero leo lo que me apetece, en general nada que esté en listas de libros que hay que leer antes de morir, o con los que puedas presumir un sábado por la noche ante una chica a la que le gusten los culturetas. No busco trabajo relacionado con mi carrera, de hecho, me han contratado de cajero en un supermercado: es sencillo, puedo estar a mi aire, me da para subsistir y me deja tiempo libre durante el día para perderlo como más me convenga.

Había pensado también que el siguiente paso sería dejar a mi novia, aquella de la que por conveniencia estamos enamorados, aunque no tengamos nada en común, pero se me ha ocurrido algo mejor, dejaré que sea ella quien me deje a mí. Sé que tras ver mis últimos cambios no aguantará mucho más. Creo que así es más romántico.




21/10/13

Encadenados

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Encadenados es un proyecto interbloguero. A partir de una foto, se crea el principio de una historia. La historia va pasando de mano en mano y cada uno le añade algo nuevo, hasta crear un relato completo de seis partes. Aquí encontrarás la cuarta.

Lo recomendable es empezar por el principio. Además, si prefieres, al final tienes una lista de todas las personas que han participado con sus respectivos blogs.



En cuanto le vio entrar, ella se giró sorprendida, y su sonrisa le iluminó la cara. Él tenía un pequeño discurso preparado para ella, pero la chica de los rizos no le dejó ni empezarlo, y corrió a besar su boca, para regocijo de él. Las sonrisas se dibujaban en los labios de ambos, aunque fuesen invisibles al tapárselos mutuamente.

Mientras tanto, en el piso adyacente, una chica con un cristal envenenado clavado en la planta del pie descubría con una mezcla de regocijo y decepción que las llaves que había escuchado hacía unos segundos eran las de su vecino. Regocijo porque no quería que nadie en el mundo la viese en su estado actual, decepción porque empezaba a sentir los efectos del veneno y cada vez se hacía más evidente que necesitaba ayuda.

Le costaba trabajo moverse. A través de la pared escuchaba las risas de un hombre y una mujer. Había tratado de sacarse el cristal, pero estaba clavado muy profundo y dolía al moverlo. Sentía mareos y nauseas. Las risas de al lado se habían detenido, en algún momento creyó escuchar un golpe contra un mueble. Aún podía llamar a una ambulancia, no sería difícil, ella misma podía decirles qué veneno era, tendrían antídoto seguro, pero para ello había que llegar hasta el teléfono, y el teléfono estaba en la cómoda. Empezaron a escucharse gemidos al otro lado de la pared, que iban subiendo de intensidad poco a poco. No debía haber tirado el vaso al suelo, pero ya era tarde. La sangre se iba mezclando con el agua del suelo y el líquido rojo ganaba terreno tiñendo la habitación. La vista se le nublaba, ella no tenía fuerzas para moverse, y se arrastraba lastimeramente en dirección a la cómoda. Los gemidos transapartamentales subían su volumen y se convertían en gritos a ritmo con un sonido como de golpe seco contra otra pared. Tal vez si descansaba un segundo podría hacer un último esfuerzo y alcanzar el teléfono, después solo habría que marcar tres teclas, debería ser pan comido. La ambulancia llegaría a tiempo, no concebía que todo pudiese concluir de esa manera. Un último gemido, esta vez de alivio, se escuchó al otro lado, y se fue apagando lentamente, al tiempo que desaparecían los golpes. Los brazos le temblaban, sentía ganas de vomitar, todo daba vueltas; ante todo no debía cerrar los ojos.


Imagen de Maremoto

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Blogueros participantes en Encadenados:

Foto (Flickr/500px): Maremoto.
Primera parte: San Carbajo.
Segunda parte: Ladrón de Guevara.
Tercera parte: Vértigo.
Quinta parte: Oski.
Sexta parte: Catadora de sabores.