12/7/13

La próxima escritora


De las diecisiete personas que hay esa mañana en la cafetería de la plaza, ella es la única que ha sacado un cuaderno y ha comenzado a escribir.

Nada más llegar, ha buscado con la mirada y se ha sentado en la esquina más apartada posible para tratar de pasar desapercibida. Eso ha hecho que inmediatamente empezase a fijarme en ella. Se ha quitado el sobretodo y lo ha dejado en la silla contigua. Después ha pedido un café cortado, que ha empezado a beber a sorbos rápidos y medidos, como si tuviese miedo de que se le acabase demasiado pronto.

En cierto momento, ha hecho una ronda de reconocimiento visual al bar y, tras asegurarse de que nadie la miraba, ha sacado de su bolso, con un disimulo exagerado, un cuaderno azul de tapas blandas, con un bolígrafo de colores enganchado a la cubierta. Lo ha depositado delicadamente en la mesa, y ha vuelto a mirar a su alrededor, para asegurarse que de verdad nadie la había visto.

Antes que ella había una pelirroja tres mesas más a la izquierda, leyendo a Martin Amis, que había estado atrayendo algunas de mis miradas, pero que por razones obvias, quedó eclipsada hasta desaparecer de la cafetería en cuando la Escritora hizo su aparición.

La taza de café de la Escritora lleva un rato vacía. Se muestra ligeramente insegura a la hora de escribir a la vista de todos, pero poco a poco va tomando confianza y abstrayéndose en párrafos cada vez más largos, perdiendo la conciencia de lo que ocurre a su alrededor, y es en esos momentos cuando es imposible dejar de mirarla.

Pide otra taza de café cortado. En ocasiones juguetea con su pelo, otras se muerde la lengua, otras se queda pensativa durante un tiempo mirando al techo, para después volver a atacar al papel con nuevas fuerzas. Ya nunca suelta el bolígrafo; su café, que sigue bebiendo a sorbos diminutos, lo toma con la izquierda.

Una hora después, cierra el cuaderno con la mirada risueña y la sonrisa satisfecha, como si acabase de despertar de un magnífico sueño. Pide la cuenta, se levanta y sale. Me he quedado con muchas ganas de leer lo que ha escrito, así que salgo rápidamente detrás de ella y antes de llegar al semáforo la alcanzo y se lo digo.



Tres semanas más tarde paseamos por Madrid abrazados por la cintura. Hablamos de libros y de música. Me ha dejado leer la mayoría de sus textos, y tiene algunos francamente buenos, lo cual, quitando la punzada de envidia, es algo que me encanta en ella. Al llegar a la esquina nos despedimos, y prometemos volver a vernos esa misma noche. Sus besos son suaves y cortos, como cuando toma café. Le gusta hacer el amor de forma lenta e intensa. La veo alejarse distraída calle abajo. Busco un cigarrillo en mis bolsillos, pero he debido dejármelos en la otra chaqueta.

Continúo caminando, rememorando esta última noche, y aun así, una parte de mí no puede evitar empezar a pensar en cómo será la próxima. De ella ya he aprendido casi todo lo que podía enseñarme, sin más, se va convirtiendo en una más. Sé que desde hace un tiempo no me interesan cuerpos esculturales, labios carnosos ni cabezas vacías. No me interesa el sexo con quien no tiene nada que decir, ni las palabras huecas ni los lugares comunes. Lo único que me interesa es la próxima chica escritora.



16 comentarios:

  1. Un texto muy sincero, aparentemente muy sencillo, pero lleno de ternura.
    Excelente, bajo mi punto de vista..
    ¡Ah! ¡Buen gusto!

    Un abrazo
    Jesús

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  2. Que romántico.. y que bonito... Nunca se sabe que nos puede enamorar de alguien... pero siempre soñé con terminar con un escritor que escribiera su gran novela en casa mientras yo me marcho al trabajo...

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  3. Un texto romántico lleno de sensibilidad y ternura Ehse, menos mal que hay personas que saben valorar las cosas importantes y no las superficiales...

    Un abrazo, me ha encantado.

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  4. Hay gente que al entrar en tu vida te la cambia de tal manera que ya nunca volverás a querer de la misma manera, a sentir o actuar igual.

    Como siempre, gran relato.

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  5. Los cuadernos azules con tapas blandas son las mayores posesiones para seres de imaginación infinita, un tesoro y una dicha poder vivir muy cerca de ell@s. Enamorarse de una escritora es viajar al país de nunca jamás y dormir cada noche con una historia.Precioso. Un abrazo enorme!!!

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  6. Un relato romántico, sí, pero con un final muy inesperado. "De ella ya lo he aprendido todo"- dices- y vas en busca de otra joven escritora. Muy original, muy bueno.

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  7. Interesante proceso. Te has convertido en un alien en busca de una huesped con el alma creativa.

    Me ha seducido tu idea de ir a la conquista de una amor escritor.

    Besos.

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  8. Cuando con 13 años describí cómo sería mi hombre ideal, puse que quería que me leyera poemas de Milton o Yeats (y que supiese tocar la guitarra). Ninguno lo hizo.
    Como vea a uno leyendo poesía en una terraza es probable que me lance a sus brazos.
    Un escrito bellísimo, como siempre.

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  9. A veces las personas escriben renglones en nuestra historia y simplemente se van.
    Otras emborronan lo escrito y se marchan sin permiso.
    Y a otras sin piedad, somos nosotros quienes abrimos las puertas para que salgan de nuestra libreta.

    Es difícil. Pero nadie dijo que fuera fácil.
    Un saludo

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  10. De cabezas vacías y cuerpos esculturales está el mundo lleno. Y de vez en cuando uno encuentra a esa escritora que maravilla con su letra y sus ideas. Y entonces uno se da cuenta que mejor cabezas llenas de ideas y cuerpos normales.

    Un beso grande!

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  11. "...quitando la punzada de envidia."
    ¡Cuánta verdad! Y qué suerte que todas las chicas escritoras te hagan caso. ¿Uno hace el amor como escribe? Me parece un tema estupendo para una digresión. Perdóname si en algún momento te lo robo.

    Un abrazo

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    1. Creo que la personalidad influye tanto a la hora de escribir como de hacer el amor, así que supongo que sí existe cierta correlación entre ambas cosas.

      Un abrazo!

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  12. Curiosa y estimulante exposición de fetichismo metaliterario elevado a la cafeística potencia. Algo descarnado, pero intenso.

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  13. Me ha gustado mucho. Mucho.
    Aunque no me esperaba el final, que me ha partido en dos. Y el corazón jajaj
    Y respecto al comentario de más arriba... sí, creo que sí hay una correlación entre cómo escribimos y cómo hacemos el amor, entre cómo fumamos y tomamos café, etc.
    Un abrazo :)

    Por cierto, hay una mención para ti en mi blog.

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  14. Me ha encantado ver la imagen de la Escritora atrapando a pequeños sorbos y sin apenas darse cuenta la vida que transcurre a su alrededor y la atención del Escritor.

    ¡Enhorabuena!

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