2/7/13

Interludio


El catedrático levanta su vaso, al mismo tiempo y altura que lo hace con su ceja izquierda, en una señal, entre amistosa y prepotente, al hombre que le observa en una postura aparentemente indiferente al otro lado de la mesa. Después echa un largo trago a la cerveza y la deposita ruidosamente en la superficie de madera, con un movimiento etílico. Su interlocutor palpa un mechero en el bolsillo, que le recuerda las enormes ganas de fumar que tiene. Mientras, Carlos continúa hablando.

Como te decía, una tautología tan evidente como que A es igual a A, no debería parecernos nada del otro mundo. Sin embargo, es precisamente porque nuestra capacidad de raciocinio es terriblemente imperfecta que el hecho de que dicha tautología nos sea revelada y recordada nos impacta y nos aporta un gran significado.

Jaime coloca el mechero sobre la mesa unos instantes, pero no tarda en volverlo a coger y empezar a girar la piedra una y otra vez, sacando chispas intermitentes sin llegar a crear una llama. El catedrático se distrae momentáneamente de su discurso, pero inmediatamente vuelve a coger el hilo.

Es por eso que una tautología tan obvia como “los sueños, sueños son”  nos resultará poética. La capacidad de encontrar la belleza es en gran medida debida a nuestra limitada capacidad racional. La belleza no tiene cabida en la lógica formal, es decir, piensa en el atentado lógico que supone una metáfora.

Jaime observa que el catedrático casi ha terminado su cerveza. Con un poco de suerte, cuando vaya a pedir otra podrá aprovechar para escaquearse y salir afuera. En cierto modo, le da rabia, no le habría importado mantener esta misma conversación en cualquier otro ambiente, pero por culpa del bar, que de primeras no le ha gustado nada, y de que no puede fumar, se le está haciendo muy cuesta arriba, y lleva un rato ya sin escuchar una sola palabra de lo que dice el catedrático.

Y sin embargo, ahí estamos, orgullosos, condenando el error, sin saber que, si alcanzásemos la perfección racional, el summum deductivo sin posibilidad de equivocación, nos volveríamos incapaces de apreciar genuinamente nuestro logro.




10 comentarios:

  1. ¡Bravo! Menos mal que era un catedrático, si no lo hubiera abandonado por una caladita.

    En el párrafo final esta la esencia de todo el texto, y es cierto, su aseveración es correcta.

    Un buen texto, sobrio, y de tu estilo.

    Un abrazo
    Jesús

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  2. Es cierto,siempre condenamos el error cuando éste es la base de muchas de nuestras construcciones.
    Un abrazo

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  3. La belleza y dificultad de tus textos es saber captar todo el significado, muchas veces sutil, que se encuentra en cada gesto y palabra.

    Como siempre, impresionante.

    Cuídate.

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  4. La filosofía en la tertulia de un bar, junto a una cerveza, con una compañía afín a tus inquietudes, pero que nos sabe bajar de su pedestal, no parece que le eleve al mundo de las ideas, le hace sucumbir todavía más a su pura física. Me has hecho preguntarme, dónde hablar de filosofía, del mundo de las ideas ¿por qué no en un bar?

    Besos filosóficos.

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  5. Un bar puede ser el lugar perfecto... y un error la mejor decisión...

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  6. A vces me pregunto quien decide que es un acierto y que es un error.
    Todo, aun asi, se entiende mejor en el calir de un bar y con sabor a cerveza o a.roncito rico.
    Parece que se abre la mente.

    Cuidate de los catedráticos y dejate asesorar por ellos!

    Mua

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  7. La imperfección y el error de aseveraciones y deducciones, nos obliga a volver a empezar, es el ciclo de la vida y la equivocación que nos conduce al mayor de nuestros logros.
    Impresionante. Un abrazo

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  8. Filosofía en todas sus vertientes y bares, la mejor de las combinaciones, pero para mi gusto, infinitamente mejor si este bar es un club de fumadores. Creo que llegados a ese punto espesante me vería en las mismas que el personaje de tu relato jajaj
    Muy bueno Ehse :)
    Un abrazo.

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  9. A veces, pocas, el continente es más importante que el contenido.

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  10. La conclusión es racionalmente perfecta, no podríamos, seríamos incapaces de valorar y admirar nuestro logro. No todo lo tenemos que pasar por el tamiz de la razón, somos algo más que lógica razón, si no fuésemos tan imperfectos, los genios, los poetas, los músicos, y todos los que nuestra limitada capacidad de raciocinio nos permite admirar la belleza de una metáfora, no existiríamos, ¡que mundo más triste! sin emociones...este catedrático necesita un interlocutor mas activo que rebata sus ideas....

    Lo importante no es el sitio, sino la compañía.
    Muchas reflexiones se desprenden de esta entrada.

    Saludos Ehse

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