8/11/12

Estoy de celebración



Cuando termino de apurar este último vaso, poco me falta para estrellarlo contra el suelo de pura euforia, pero me contengo por la poca cortesía que aún queda en mí. Esta es la noche; estoy a tope. Antes de llegar aquí llevo toda la tarde calentando con cervezas. Después copas de vino, café, bebidas energéticas, chupitos, más cerveza.

He cenado en una hamburguesería de comida rápida. Uno de esos locales donde la comida es tan grasienta que la grasa se te empapa en seguida en los dedos y de ahí a los muebles, a la ropa, por la cara... después es imposible librarse de ella. No sé por qué extraña moda esta clase de lugares no hacen más que empeñarse en intentar venderse como marcas de comida saludable. Para mí está bastante claro que quienes tenemos la costumbre de zampar en esos sitios lo hacemos precisamente porque buscamos la comida basura. Si quisiéramos otra cosa sabemos que existen millones de locales de comida sana, restaurantes de ensaladas e ingredientes naturales, alimentos  macrobióticos, procedentes de granjas ecológicas y cero por ciento. Pero eso no es lo nuestro, lo que nosotros queremos es carne procesada, queremos aditivos, conservantes, potenciadores de sabor, colesterol, queremos que todo esté cocinado en su propia grasa, y lo que no tenga grasa, que se empape en una densa salsa.

Ahora estoy sentado en la barra de un bar vaciando copa tras copa de ron por mi gaznate. No sé cuántas llevo, ni siquiera sé cuántos bares llevo, pero deben ser bastantes, porque estoy a tope. Soy pura energía. Mi enorme cuerpo es un tanque blindado dispuesto a conquistar el mundo. Soy 120 kilos de masa corporal capaces de resistir un apocalipsis. Soy un cohete espacial, y ahora que me he llenado de combustible a base de alcohol y hamburguesas grasientas, soy imparable.

Normalmente suelo ser callado y tranquilo, pero cuando bebo me convierto en lo opuesto. Soy irresistible, el alma de la fiesta, un gorila irradiando energía con cada nuevo golpe en su pecho. Desde el colegio me dijeron que tenía potencial, pero no supe a qué se referían hasta que no descubrí mi primera borrachera, mi primera pelea y mi primer polvo. Tres en uno, todo en la misma noche. Aún me recuerdo a las cinco de la mañana, como la ceja rota, los pómulos hinchados y los labios partidos, con resaca, los ojos nublados, sabor a ceniza y sangre en la boca, los nudillos cortados y envuelto en sudor, sujetando  las caderas de aquella chica y tratando de metérsela sin desmayarme. No sé que tal fue para ella, pero para mí fue inolvidable, en el mejor y en el peor de los sentidos.

No lo había dicho, pero la verdad es que estoy de celebración. Hace exactamente ocho días que me echaron del curro. Solía trabajar en unos grandes almacenes como vendedor de edredones nórdicos. En algún momento se debieron hartar de mí, o de mis resacas, o de mi cara, y me dieron puerta. Hasta aquí todo bien, porque hacía tiempo que yo también me había hartado de ellos. El problema llegó cuando entre todas las cosas que tuve que firmar al acabar, una de ellas me comprometía a estar dos semanas formando al que sería mi sustituto, a cambio yo no recibía ni las gracias. He pasado estos días comportándome como la persona madura y responsable que puedo llegar a ser cuando me esfuerzo. Hasta hoy. Esta mañana he recibido en mi cuenta el último pago y mi finiquito. Tras comprobar que todo estaba en regla he ido a trabajar, y ha comenzado el espectáculo.

Todo pasó muy rápido, y lo recuerdo un poco confuso, quizá por el hecho de que antes de ir decidí vaciarme un par de vasos de whisky para aliviar la resaca del día anterior. Después me bebí otros dos vasos para coger valor y finalmente tres o cuatro más para asegurarme de que no iba a rajarme.

Recuerdo empezar a lanzar fundas nórdicas por los aires y contra las paredes, insultar a mi jefe, al jefe de mi jefe y a un par de jefes más que en realidad poco tenían que ver conmigo y probablemente ni siquiera supiesen quién era yo. Insulté también a algunos clientes, a otros les dije que podían comprar los mismos edredones en una tienda dos calles más abajo por mucho menos precio. Volví a insultar a mi jefe, también a algunos de mis compañeros, escupí al suelo, agité al atónito chico al que estaba formando y le grité que lo mejor que podía hacer era largarse en ese mismo momento y no trabajara allí jamás. Finalmente, dos gorilas tan grandes como armarios de roble y con los nudillos del tamaño de bolas de billar me agarraron por sendos brazos. Les dije que me soltaran, que habían ganado y que les acompañaría gustosamente, pero como un adulto. Lo hicieron. Me atusé las mangas del traje, me aflojé la corbata y me encaminé con ellos.

Dos pasos después me giré y me abalancé con una nueva andanada de insultos y amenazas hacia mi jefe. Acto seguido estaba siendo arrastrado hacia los sótanos de la tienda. Después, golpes en las costillas, en la cara, en el estómago, patadas, puñetazos... cuando pensaron que ya había tenido suficiente, me soltaron en una de las callejuelas aledañas.

Me costó más de diez minutos abrir los ojos, y media hora más ser capaz de sentarme y apoyar la espalda contra una pared. Otra media hora después descubrí para mi alegría que apenas era mediodía, así que me levanté pesadamente y, no sin esfuerzo, arrastré mi culo hasta la banqueta de la barra de un bar. El barman se quedó unos segundos mirándome sin saber si saludarme o llamar a la policía, hasta que saqué un billete y lo deposité sobre la mesa al tiempo que decía: “Póngame una jara de su mejor cerveza. Estoy de celebración”.

Estoy casi seguro de que la imagen es una escena de Seinfield, serie que me han recomendado alguna vez y que algún día tendré que ver. ¿Alguien más la recomienda?

14 comentarios:

  1. Recomendadísima. Humor inteligente y absurdo a raudales.
    Me está gustando la experiencia de leerte. Seguiré atenta.
    Un beso.

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  2. ¡¡Krameeeeer!!! has de ver Seinfeld, sin duda ;) Y la celebración a la que aludes la podría haber llevado a cabo el personaje que aperece ahí. Hombre, te has pasado un poco celebrando...pero quizá mereció la pena ;)

    Un saludo :)

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  3. Ya que van a echar por tierra tu futuro, qué menos que perturbarles su presente.

    Cuídate.

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  4. que complicadas se ponen las cosas...

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  5. Bueno ,mientras te acuerdes y lo cuentes, es que no ha sido tan grave, algún día nos cambiará la suerte, pero dicen que hay que ayudarle un poco.

    Un saludo

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  6. He vuelto!!! ...Je, je, y para cuándo tienes planeado parar la celebración... Sabes lo que me ha encantado? Que escribiste la entrada así como en las películas, vas por el final y empiezas a contar todo el principio hasta que vuelves al final, "circular" se les llama ¿no?

    ¡Adieu!

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  7. Oye... ¿y no nos vas a decir en qué grandes almacenes los edredones nórdicos son más caros que en las tiendas?
    Y otra cosa. Después del alcohol y la paliza... ¿hubo polvo?
    Me has atrapado con esto.

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. me ha encantado. No sé si es real o no, pero creo que todos tenemos ganas de montarla de vez en cuando. Siempre y cuando estés bien, adelante! ;)

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  10. Hay que joderse. Siempre me pierdo las mejores fiestas. Más de un jefe se merece que vuelen, no sólo los edredones, si no alguna que otra cosa más contundente.

    Lo que hacen algunos barmans por dinero ¿verdad? puedes llegar sangrando y con la ropa hecha jirones que la idea de llamar a la policía se desecha en el mismo momento en que la cara del billete les sonríe. A fin de cuentas ¿que mejor cura hay que esos elixires que sirven en sus barras?

    Seguimos en guerra, no te olvides.

    ¡Salud, heLmano!

    PD: He borrado mi comentario anterior para corregirlo, razón: falta de ortografía garrafal. Cosas del directo.

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  11. Yo te recomiendo la serie es para matarte de la risa
    felicitaciones por tus textos

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